LAMENTO BOLIVIANO: LO BUENO Y LO MALO DE LA CAÍDA DE EVO MORALES.

Publicado por Comunicación Coparmex Metropolitano | 13 Noviembre, 2019 |
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LAMENTO BOLIVIANO: LO BUENO Y LO MALO DE LA CAÍDA DE EVO MORALES.

LO BUENO

Entre 2001 y 2005, Bolivia tuvo 5 presidentes, entre ellos Carlos Mesa, actual opositor de Evo Morales y en sus casi dos años de gobierno tomó decisiones equivocadas que paulatinamente llevaron al país a un caos total y una crisis política, social y económica como no se había visto desde el siglo pasado. En las elecciones del 2005, Evo Morales logra la presidencia con el 54% de los votos. En el 2009, vuelve a ganar, ahora con un 64% de los sufragios emitidos y en 2014 con el 61%. 

En ese contexto, cuando Morales tomó posesión de su cargo por primera vez en una ceremonia ancestral a más de 3600 metros de altura, el primer presidente indígena tocó el cielo y con el 64% de los votos a su favor,  Evo viajó a la luna, ya que hace trece años Evo prometió una transición del país en todos los ámbitos y no hay duda de que lo logró.

Cuando el primer presidente indígena llegó al poder, Bolivia era uno de los países más pobres de América Latina y tres años después la pobreza se redujo hasta un 33%, es decir, estamos hablando de una caída de casi 22 puntos porcentuales. Un logro muy considerable, y casi con tres años en el poder, Evo Morales también logró conseguir que el PIB boliviano establecido en 1000 dólares en el año 2005, se triplicara a 3500 dólares por cápita para el año 2018. 

Bolivia tiene un crecimiento económico muy estable que en el peor de los casos de ha reducido en un 3% e incluso llegando al 7% en el año 2013. A partir del 2015 podemos constatar un crecimiento constante casi del 4% por año.

No obstante estos grandes logros económicos, la situación se comienza a estancar. Las grandes cifras macroeconómicas y el combate a la pobreza han comenzado a parar: del 2004 al 2014, la pobreza se redujo en 20 puntos, pero del 2014 al 2019, esta misma pobreza se redujo en apenas 4 puntos.

En efecto, Bolivia dejo de ser el país más pobre de Latinoamérica pero últimamente no por cuestiones de mejoramiento interno, sino porque Venezuela cayó en el último lugar de la lista de países pobres con un 90% de su población en situación de pobreza y con un PIB per cápita de 2800 dólares. Según la CEPAL, la pobreza ha aumentado en tres países latinoamericanos: Brasil, Ecuador y Bolivia. Este mismo organismo manifiesta que en el 2014 Bolivia registró  14.9 % de gente en pobreza extrema y el porcentaje subió a 16.4%.

En los últimos 5 años en América Latina se han sumado 17 millones de personas a la pobreza extrema. En el 2014 había 47 millones de ciudadanos en esa situación y en el 2018 hay 63 millones. 

Pudiera parecer contradictorio que mientras la pobreza general se reduce en Bolivia, este mismo fenómeno social aumenta en la Latinoamérica y una razón de ello podría ser que efectivamente las políticas macroeconómicas de Evo Morales no han sido totalmente aprovechadas, sobre todo por el boom de las exportaciones de recursos naturales, pues hasta un 32% de la exportaciones bolivianas son de petróleo  y la venta de productos primarios representan más del 50 % de sus exportaciones. En principio, ni siquiera Chile ha logrado superar su dependencia de sus exportaciones de productos primarios. 

Morales ha hecho un buen trabajo económico, pero no ha sido totalmente aprovechado, exceptuando Venezuela, Bolivia sigue siendo el país más pobre de Latinoamérica; su PIB per cápita sigue estando a la mitad del resto de los países de la región.

LO MALO

La constitución boliviana indica que para los efectos de que un candidato gane la Presidencia de la República, éste debe reunir un 50% de los votos, o más del 40% con al menos 10 puntos de diferencia. En la primera ronda de la pasada elección presidencial del 20 de octubre, era evidente una tendencia irreversible hacia una segunda vuelta cuando Evo Morales había reunido un poco más del 45% de la votación y Carlos Mesa un 36%. No obstante ello, el Tribunal Electoral de Bolivia suspendió los resultados por más de 24 horas. Luego de esas 24 horas, los resultados mostraban ahora una tendencia totalmente diferente y difícil de corregir y con Morales ganando apenas con el 0.10 puntos de ventaja sobre Carlos Mesa. Un apagón en el Tribunal Electoral duró poco más de 24 horas y fue duramente criticado por organismos internacionales. El vicepresidente del Tribunal de Bolivia renunció a su cargo arguyendo que el conteo de votos fue un error y que no estaba de acuerdo con la suspensión de los resultados. 

Al margen del porcentaje de votación que hubiera logrado Evo Morales, debemos precisar que el resultado de esa elección fue notoriamente inconstitucional, es decir, contraria al artículo 168 de la Constitución de Bolivia que señala: “El periodo del mandato de la Presidenta o del  Presidente y de la Vicepresidenta o del Vicepresidente del Estado es de 5 años y pueden ser reelectas o reelectos por una sola vez de manera continua”. En el 2016, Evo perdió el referéndum que buscaba la aprobación del pueblo venezolano para postularse por otro periodo presidencial de modo que el ahora ex presidente Morales tuvo que acudir a las Cortes para conseguir la aprobación que su pueblo le negó y los Tribunales resolvieron que la facultad de Evo Morales para postularse nuevamente como candidato a la presidencia es un “derecho humano” y éste puede ser ejercido por su titular en cualquier momento y bajo este respaldo judicial, Morales se lanzó nuevamente en busca de un cuarto mandato.

Es evidente que Evo se abstuvo de respetar la Constitución de su país y la decisión de su pueblo que le prohibió postularse nuevamente como candidato presidencial, así que el hecho de que las autoridades judiciales de Bolivia hayan autorizado a Morales para una última postulación, de ninguna manera legitima ni su candidatura ni el resultado obtenido en la elección, pues la prohibición constitucional es inmodificable; así que el fraude electoral se perfeccionó incluso desde el momento mismo en que se autorizó a Evo Morales que se postulase nuevamente como candidato.  

El resultado de la elección presidencial nos refleja qué Evo Morales apenas pudo rebasar el 40% de la votación, a diferencia de las elecciones del 2005 y 2009 en las que aún contaba con el respaldo de la mayoría del pueblo boliviano.

Al margen de los logros macroeconómicos alcanzados por Evo en los últimos 14 años, su popularidad y el respaldo de su pueblo han ido decreciendo al paso de los años, pues desde que perdió el referéndum ya citado con antelación, el pueblo boliviano se ha dado cuenta que su presidente buscaba la reelección indefinida, sin dejar de mencionar que éste se postuló como candidato por cuarta ocasión “a sabiendas” de dos circunstancias importantes: la prohibición de la constitución y la desaprobación de su pueblo y a pesar de ello decidió aventurarse como candidato a la presidencia; por eso es que ahora Bolivia está que arde.

Los críticos de Morales nos informan que su gobierno se caracterizaba por querer controlar prácticamente todas las instituciones del Estado boliviano; también se quejan de numerosos casos de corrupción y despilfarro, pues aunque Bolivia en una década tuvo grandes ingresos comparables con los conseguidos en el siglo pasado, el gasto innecesario es algo por lo que se le ha criticado mucho.

Otro de los errores por los que se critica al gobierno boliviano es que no supo invertir efectivamente en educación y en sanidad, pues aunque las cosas han mejorado, los opositores siempre piden mucho más; por el contrario, sus simpatizantes le atribuyen el don de la lucha, las ganas de sacar a su pueblo de la pobreza y recuerdan los tiempos en los que Bolivia recuperó su dominio sobre los hidrocarburos, y sin duda esta medida fue clave para conseguir el éxito económico de Bolivia desde el año 2006. 

LAS CONSECUENCIAS 

Según lo indicamos en líneas anteriores, Evo Morales se postuló como candidato pese a que la constitución de su país se lo prohibía y sin contar con el respaldo de su pueblo cuya negativa para reelegirse le fue otorgada desde el año 2016, así que una vez que se dio a conocer el resultado de la jornada electoral del 20 de octubre, el pueblo de Bolivia se lanzó a protestar a las calles bajo la consigna ”Bolivia dijo No”, manifestando de esa manera su desaprobación por el establecimiento de la reelección indefinida de su presidente. Circunstancias todas estas que definitivamente eran previsibles desde hace cuatro años, pero que ni el titular de la presidencia boliviana ni sus colaboradores quisieron valorar y los efectos son los que ahora ya todos conocemos.

El desconocimiento de una disposición constitucional que garantiza la observancia efectiva de la  democracia en Bolivia (artículo 168 de la Constitución) fue la gota que derramó el vaso y, queriéndolo o no, creo el escenario perfecto para un estallido social aprovechado por la oposición para desconocer a Morales, aunque ésta está encabezada por Carlos Mesa, que cuando fue presidente, nada hizo por el país y eso lo sabe el pueblo boliviano de modo que ahora nuestro país hermano se encuentra en una encrucijada bastante complicada, pues el modelo fallido de Mesa puede volver a dirigir los destinos de Bolivia frente a un 40% de la población venezolana que todavía apoya el  modelo de Morales. Ese es el escenario de Bolivia.

La recién nombrada presidente interina de Bolivia Jeanine Añez ha anunciado formalmente que convocara a elecciones para el próximo mes de enero y en el ínterin pueden pasar muchas cosas en vista del contexto político por el que actualmente atraviesa Latinoamérica, pues Bolivia ha ingresado a la lista de países latinoamericanos inmersos en conflictos sociales y hay muchas cosas en común entre los países latinoamericanos que últimamente han experimentado protestas ciudadanas y que incluso éstas pueden iniciar en otros países. En vista de ello, podríamos preguntar,  ¿a  quién le conviene un escenario como al que ahora también aqueja a Bolivia? No quiero adelantar juicios ni especular sobre el contexto actual de América Latina, pero lo hay en común entre los países latinos con estallidos sociales amerita una respuesta socialmente eficaz de los gobiernos y es en ese momento cuando advertiremos si en el futuro el estado actual de cosas regresará a la normalidad o, por el contrario, seremos testigos de nuevas revueltas.  

Ahora Evo Morales se encuentra en México bajo asilo político por causas humanitarias, luego que Argentina, Chile y Brasil le negaran el acceso a sus respectivos espacios aéreos. Ya en nuestro país, Morales acusa a sus opositores y al ejército de pretender atentar contra su vida, pero, insistimos, se trata de una situación que se pudo evitar desde hace cuatro años y es evidente que la oposición reaccionase como lo ha hecho hasta ahora ante el grave error que Morales cometió hace cuatro años. 

La estancia de Evo y su familia en México ha dividido al país entre quienes apoyan y los que reprueban su asilo, argumentando los primeros que se trata de una acción humanitaria amparada por gobierno mexicano de brindar apoyo a los extranjeros que lo necesiten; mientras que los segundos se limitan a descalificar a Morales llamándolo “dictador”. La verdad es que uno debe contar con un contexto amplio y claro de la situación para emitir un juicio al respecto.

Desde el pasado 10 de noviembre, fecha en que Evo Morales renunció al gobierno de su país, Bolivia ha transitado del milagro al lamento, un lamento boliviano que un día empezó y no sabemos cuándo terminará y, más aún, no sabemos si alguien hace daño.


POR LIC. FRANCISCO JAVIER RODRÍGUEZ  
PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE ASUNTOS INTERNACIONALES.
COPARMEX METROPOLITANO.

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