Luego de varias semanas de arduas e inciertas discusiones, los países productores de crudo llegaron a un acuerdo para reducir la producción de mayo a junio del presente año en 10 millones de barriles por día, aproximadamente el 10% de la producción mundial. En los siguientes seis meses la producción de petróleo se reducirá en 8 millones de barriles por día. En la última etapa que entrará en vigor el primero de enero del año 2021, habrá un recorte de 6 millones de barriles por día hasta abril del 2022. Sin embargo, los expertos dicen que la medida resulta insuficiente para conseguir la estabilización del precio del petróleo.
El colapso de la demanda mundial del petróleo es el efecto de los cierres de las fronteras y las disposiciones de los gobiernos de suspender cualquier actividad productiva no esencial. Circunstancia que obstaculiza el consumo de aceite de dinosaurio por parte de la mayoría de las industrias. Los niveles de consumo en Estados Unidos alcanzaron su nivel más bajo desde hace 30 años. La canciller alemana Ángela Merkel advirtió a su país que lo peor está por venir. En un discurso pronunciado en el Reichstag, la canciller precisó una crisis prolongada: “No estamos viviendo en la fase final de la pandemia, sino aún el principio. Viviremos con este virus durante mucho tiempo”.
Tomando en cuenta que a la fecha no existe ninguna cura contra este mal desconocido, es previsible que los gobiernos mantengan muchas medidas restrictivas a pesar del reinicio de actividades. Esa situación es un mal augurio para la industria petrolera. Las consecuencias apenas empiezan a presentarse en la arena internacional. En un artículo diverso expusimos que algunos Estados han tomado la decisión de sobrellevar la crisis financiera por medio de pagos de dinero en efectivo en favor de sus habitantes. Una medida desesperada de resultados económicos desfavorables para cualquier país. Igualmente, en otro artículo auguramos el inicio de una recesión mundial de alcances inimaginables. En efecto, los expertos pronostican que el PIB mundial puede contraerse hasta en un 3,9% en el 2020. China y la India apenas verán un incipiente crecimiento del 1%. Suiza espera la peor contracción económica desde 1975 y ya se habla del comienzo de una lentísima recuperación económica hasta el 2021. El PIB del Reino Unido podría contraerse en un 6,3%, mientras que el de la Unión Europea descenderá en un 7%. El PIB de Estados Unidos caerá en un 5,6%. Se trata de pronósticos viables y, desgraciadamente, de cifras objetivas. Este es el escenario para las potencias mundiales, así que resulta oportuno preguntarnos, ¿qué podemos esperar para el resto de los países?
Según lo comentábamos en otras publicaciones, las sobreoferta de petróleo ha ocasionado que los almacenes destinados para su resguardo prácticamente alcancen su límite. Muchos comerciantes y especuladores compran petróleo a bajo precio para venderlo más caro cuando el mercado se estabilice, pero debemos tomar en cuenta que en el mundo se producen aproximadamente 100 millones de barriles diarios, y la caída de la demanda diaria hasta en 70 millones de barriles, obviamente, ha provocado que el precio del crudo baje aún más, así que esta especulación no tiene futuro a largo plazo. El volumen de petróleo almacenado en barcos ha aumentado en un 76% desde el pasado primero de marzo, así que los sitios viables de almacenamiento llegaran a su límite. En el futuro ya no habrá sitio para guardar el crudo.
Esta situación es común en cualquier parte del mundo. Si las cosas no cambian, es evidente que muchos países productores cuyas economías dependen de los ingresos petroleros, enfrentarán grandes problemas económicos dentro de sus fronteras.
Un precio promedio de 40 dólares por barril es el idóneo para que las economías dependientes del petróleo puedan equilibrar sus presupuestos. Los países especialmente vulnerables a esta situación, como Venezuela o Ecuador, podrían experimentar una crisis de gobernabilidad aunada a sus problemas financieros de carácter interno.
La República Islámica de Irán también depende de sus ventas de petróleo, incluso, esos ingresos representan prácticamente el 65% de su PIB. Le sigue Kuwait con el 60% de su PIB y Arabia Saudita con el 50%. Estos países han reajustado sus presupuestos para “tratar de equilibrar” sus partidas con los altos costos sociales que implica esa medida.
En América Latina, los países más afectados por el desplome del petróleo son Venezuela, Colombia y Ecuador, porque sus ingresos fiscales dependen del valor de sus exportaciones de petróleo. Venezuela, además, enfrenta un problema adicional consistente en posibles disturbios sociales si los precios del petróleo conservan sus precios actuales. El pasado 3 de mayo se hizo conocida la “operación Gedeón” que supuestamente buscaba el derrocamiento y/o el secuestro de Nicolás Maduro. El opositor Juan Guaidò dice que ese hecho es una cortina de humo que busca ocultar la precaria situación de Caracas, pero esa es otra historia que abordaremos en un artículo diferente. México, por su parte, necesita de un precio de 49 dólares por barril para equilibrar, más o menos, sus presupuestos. Se trata de un golpe duro para la paraestatal Pemex, una de las petroleras más endeudadas del planeta. En Ecuador, la situación es todavía más difícil, ya que todos conocemos el panorama por el que está pasando el país a causa de los cientos de muertos que se cuentan a causa de la pandemia. Un préstamo del Fondo Monetaria Internacional (FMI) ha sido solicitado por el gobierno de Lenin Moreno, además de los adeudos que Quito ha adquirido con ese organismo. Esa apretada situación obliga al país a recortar nuevamente gastos de carácter social que podrían causar efectos más drásticos que los actuales.
En tanto que el mundo no se reactive, habrá que buscar la mejor manera de sostener el almacenamiento del crudo. Todos los países tienen almacenes disponibles, pero su uso es el último de los recursos. Todos esperan que el mercado se reactive lo más pronto posible, pero un precio, digamos, de 20 dólares por barriles no es suficiente para que el proceso se normalice. Es evidente que este escenario causará más efectos económicos, pero también políticos. Recuérdese la posible reelección de Donald Trump que se disputa tentativamente para el próximo mes de noviembre. Las circunstancias han cambiado para Trump y el estado actual podría perjudicarle. Véase el artículo que publicamos respecto a la reelección de Trum. Sin embargo, sólo agregaremos que Donald Trum excluyó a aproximadamente 13 millones de personas del seguro de desempleo. Una decisión que seguramente le dará dolores de cabeza en el futuro.
Sin duda, el panorama no va a cambiar ni siquiera en el mediano plazo. Todos los países están estudiando la mejor manera de reactivar sus economías. Los ciudadanos también hacemos lo propio, según nuestros talentos, habilidades y nuestra actividad productiva. Esto va para largo.
Por Lic. Francisco Javier Rodríguez
Presidente de la Comisión de Asuntos Internacionales.
Coparmex Metropolitano.
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