Hace unas semanas la canciller alemana Ángela Merkel se dirigió a sus compatriotas, después de que ella y otros líderes de Europa, decidieron cerrar el bloque a casi todos los viajeros y volvieron habilitar los puestos fronterizos que habían eliminado hace tiempo. Asimismo, también invitaba a valorar las restricciones recientemente impuestas sobre el movimiento de la gente y el contacto individual para evitar la propagación del virus.
“Esto es serio. Tómenlo en serio. Desde la segunda Guerra Mundial nuestro país nunca se había enfrentado a un desafío del que dependiera tanto nuestras acciones colectivas y nuestra solidaridad”, explicaba la canciller. Este llamado a la solidaridad, pareciera, sólo era válido dentro de las fronteras de Alemania; mientras la ayuda urgente que desesperadamente solicitaba Italia y España, no llegó en ese momento.
El entonces presidente de la Unión Europea (EU), Jack Jacques mostraba su inquietud sobre lo que ocurre actualmente, en concreto, sobre la desunión europea, diciendo que “el germen ha vuelto”. Con el vocablo germen, seguramente no se refería al COVID-19, sino a la desconfianza mutua que hicieron que el Viejo Continente se viera envuelto en dos guerras mundiales.
La Unión Europea ha superado una serie de obstáculos a lo largo de los años para refrendar su existencia y su adecuado funcionamiento, como se previó durante su creación. No obstante, la pandemia que azota al mundo ha reabierto viejas heridas en Europa cuyos resultados podrían ser fatales.
Hace unos años, asistimos al escenario de la crisis que arrasó con la economía de los países del Mediterráneo. Recuérdese también que los refugiados de Siria y Libia y de otras regiones de África que arribaron Europa, pusieron en entredicho la (des) unión del bloque. La perfección de Brexit, definitivamente, ha terminado de sacudir el proyecto europeo.
Una vez concretado el Brexit, éste podría ser un tema no importante con lo que pudiera ocurrir dentro de la UE. Alemania, trata de “leer la cartilla de estabilidad” a los miembros de la Unión como España e Italia que han sufrido más que otro país europeo a causa de la pandemia. Mientras Berlín miraba por los suyos, aviones cargados de ayuda y solidaridad llegaban a Italia y España desde China. Por su parte, Rusia enviaba 15 aviones a Roma. Camiones del ejército ruso transitaban prácticamente en las “narices” de las bases militares de la OTAN rumbo a Lombardía.
En el Viejo Continente, cuna de la cultura occidental, la resurrección del cadáver de “los controles fronterizos”, dejó a los conductores enojados. Los bienes, alimentos y mercancías varados. Y es que la UE no sólo autorizó nuevos controles en las fronteras exteriores, sino que la zona de libre comercio y viajes al interior, se han desmoronado. Con una docena de países participantes que restauraron los viejos muros del siglo XX, la promesa de que la libre circulación de mercancías no sería interrumpida, parece estar fallando, especialmente en Hungría que se ha convertido en un cuello de botella en Europa. Este país cierra sus fronteras a cualquier ciudadano extranjero. Escenario similar se ve en prácticamente todas las carreteras europeas; mientras tanto el parlamento húngaro le ha dado a su líder Viktor Orbán poder absoluto para gobernar por decreto, convirtiéndose, tal vez, en la primera dictadura de la Unión Europea.
La soberanía compartida, el comercio sin fronteras y la libertad de movimiento, pilares de la UE, han sido fuertemente golpeados por la pandemia y además ha resucitado viejas rencillas y temores hasta el punto que muchos se preguntan si el bloque podría romperse bajo presión. Bélgica se unió a Italia, España, Alemania y otros países para pedir a las personas se queden en casa tanto tiempo como sea posible. En Francia, el gobierno aprobó una legislación de emergencia que permite gobernar por decreto, incluida la movilización de las personas y la requisa de bienes y servicios del sector privado.
Las reacciones dispares de la UE se hicieron eco de los conflictos causados por la crisis migratoria de los años 2015 y 2016, cuando Merkel se destacó por su decisión de bienvenida a los refugiados que huían de la guerra en Siria y Libia. Sin embargo, algunos líderes populistas trataron a los solicitantes de acilo como una “amenaza para la civilización europea y cristiana”. Ahora, esos mismos líderes europeos están vinculando el COVID-19 a la migración y lo toman como razón fundamental para levantar nuevos muros. La respuesta hasta ahora ha sido mixta, pues no hay duda de que el primer impulso de Estados importantes como Alemania y Austria, fue resguardarse dentro de sus fronteras y se cerraron por el pánico. No obstante, los esfuerzos de Bruselas, seis países aún tienen prohibiciones a la exportación de equipos médicos: Italia, Bulgaria, Rumania, Polonia, República Checa y Eslovaquia.
Francia ha nacionalizado sus suministros y dos países han establecido fronteras internas, bloqueando de esa manera la libre circulación de mercancías a través del bloque. Pero a pesar de algunas fronteras han permanecido cerradas para combatir la propagación del virus, este retroceso ha favorecido la presión de los grandes Estados como Francia, Italia y España, que unidos otros seis, habrán de hacer frente a la pandemia, sobre todo en materia financiera. Se trata de emitir una especie de “Eurobono” para evitar que el virus hunda financieramente a los países afectados como ocurrió en la crisis del 2008. Por ahora, los Estados del Norte más prósperos, como Alemania y Holanda, se oponen a esa iniciativa y piensan que hay otras maneras de ayudar a Italia y España y sugieren un rescate que termine de asfixiar sus ya golpeadas economías.
En la última videoconferencia que sostuvieron los líderes europeos para encontrar un mecanismo financiero para hacer frente al llamado urgente de Italia, Francia y España, no sólo terminó en fracaso, dado que los socios no lograron ponerse de acuerdo sobre alguna respuesta económica de resultados exitosos. El eurodiputado español Esteban González Pons, manifestó en voz alta lo que muchos ciudadanos se preguntan: “cuando Europa realmente necesite estar allí el uno para el otro, demasiados sólo se preocupan por sí mismos. Cuando Europa necesitaba un espíritu de todos para uno, muchos inicialmente vieron una respuesta de sólo para mí. En Italia, España, en Francia, muchos se están preguntando dónde está Europa”.
A medida de que Europa temblaba, sus Estados recrearon las fronteras internas, afectando el “glorioso” mercado común europeo. Alemania, en particular, ha sido criticada por prohibir inicialmente la exportación de suministros, máscaras de protección y equipo médico. Esta situación motivó que países como Italia y España, en un primer momento, tuvieran que pedir apoyo a China que respondió INMEDIATAMENTE al llamado e, ipso facto, envío médicos en sendos aviones. Italia también pidió ayuda a Moscú, y los rusos acudieron a salvar a Italia, PESE A LAS SANCIONES DE LA UE, enviando 15 aviones con ayuda humanitaria, expertos médicos y muchos camiones para realizar trabajos de desinfección en Bérgamo. El hecho de ver camiones rusos circulando por las principales autopistas italianas ha sido tachado por algunos medios como un “acto de propaganda de Putin” en territorio de la OTAN.
Una vez que la Comisión Europea propuso una restricción a las exportaciones en la zona euro, Alemania levantó las suyas, pero eso llevó algo de tiempo. Berlín ha sido blanco de las críticas y ha tratado de mejorar la situación mostrando mayor solidaridad aceptando pacientes con la nueva neumonía desde Italia y Francia.
Vergonzosamente para los líderes de Europa y de Estados Unidos, fueron China y Rusia los que acudieron en pro de los países europeos en desgracia e, incluso, Cuba, no dudó en enviar decenas de profesionales al territorio italiano, país europeo con más pérdidas humanas hasta la fecha.
La respuesta tardía de la UE, sin duda, recae en sus Estados miembros. Si hay una respuesta europea ineficaz, mucho tienen que ver sus agremiados. Las instituciones de la UE deben hacer lo correcto, pero necesitan de la autorización de los Estados miembros para actuar en consecuencia.
Había confusión al principio. La gente no sabía qué hacer. Diferentes países adoptaron posturas divergentes y la Comisión Europea tampoco sabía qué hacer. Un asesor del presidente francés aseguró que la UE ha entregado tantas máscaras a Italia como China, pero dada la demora, no están obteniendo crédito por ello. Los errores se cometieron con seguridad. Hubo cambios, vacilaciones, pero esto ha ocurrido en todo el mundo. Cuando vemos lo que ocurre en Estados Unidos, Europa no es el Continente que esta menos organizado. Parte del problema de la UE es estructural, ya que la salud como el terrorismo, se considera una cuestión de seguridad nacional y es responsabilidad de los Estados miembros individuales.
Finalmente, el mundo no olvidará que fueron Cuba, China y Rusia los que acudieron al rescate de los enfermos de Europa. La ayuda de Estados Unidos, tal vez, sólo sucede en las películas y los documentales. Una primera carga de ayuda exportada a Europa desde Shanghái llegó directamente hasta Barcelona. Esta misma semana, la ayuda fue distribuida a diferentes hospitales y centros locales de control de enfermedades. Un segundo cargamento de un millón doscientas mil mascarillas y otros materiales antisépticos, ya está saliendo hacia España.
La Fundación Alibaba, anunció el 30 de marzo que donará más equipos médicos que se necesitan con urgencia en los hospitales de Europa. Un total de ochocientos respiradores, tres mil juegos de trajes de protección y trescientas mil mascaras faciales serán entregados a diversos hospitales de países europeos más afectados por el brote. Esta ayuda llegará a Bélgica, de donde la ayuda será distribuida al resto de Europa.
Con esta ayuda, la UE y sus instituciones, han enfrentado mejor esta crisis sanitaria, pero quedan grandes problemas por resolver. Todo el concepto de solidaridad de Europa ha sido cuestionado últimamente. Un sueño, un proyecto, una ambición para Europa que inició el 25 de marzo de 1957, creo, que comienza a desmontarse; pero aún puede ser salvado.
POR LIC. FRANCISCO JAVIER RODRÍGUEZ
PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE ASUNTOS INTERNACIONALES.
COPARMEX METROPOLITANO.
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