Mientras el mundo parece concentrado en informarse sobre el estatus del COVID-19, en el escenario militar las cosas suceden muy rápido. El pasado 27 de marzo, Donald Trump firmaba una orden ejecutiva en la que autoriza al Pentágono a llamar a más de un millón de reservistas a las fuerzas armadas para coadyuvar en esta crisis de salud.
El secretario de Estado Mike Pompeo, exhorta a los ciudadanos norteamericanos a regresar a casa lo más pronto posible. Esto ocurría el pasado 30 de marzo. Además, el secretario Pompeo advierte a sus connacionales que si no regresan a Estado Unidos en los próximos días, entonces habrán de permanecer fuera de su país un largo tiempo. Parece que el secretario de Estado, está liderando la más grande campaña de repatriación en toda la historia de ese país. Tal vez esta invitación (orden) refleja que la presente crisis podría prolongarse por mucho tiempo, pues ante la situación actual, resulta viable que el tráfico aéreo se paralice definitivamente en cualquier momento.
Igualmente, el 30 de marzo, tanto el Comando de Fuerza Aérea Aeroespacial de América del Norte, como el Comando Norte, optaban por aislar a su personal involucrado en operaciones relevantes. La intención es evitar el contagio de ciertas personas. Sin embargo, el bunker de la montaña Cheyenne, está diseñado para sobrevivir a un holocausto nuclear.
El 1 de abril, Trump anunciaba un fuerte despliegue militar en el Mar del Caribe con el objetivo de evitar que el narcotráfico se aproveche de la actual crisis de salud. En teoría, este operativo tiene como especial destinatario a Venezuela y se ejecuta en momentos en los que Nueva York, se ha convertido en el epicentro de la pandemia ¿cuál es el objetivo de este operativo? Algunos piensan que el objetivo de esta movilización consiste en derrocar a Maduro para quedar bien con los votantes de la Florida. Pero nadie sabe si se podrán celebrar elecciones en medio de una crisis de salud como la que enfrenta actualmente el mundo, en general y Estados Unidos, en particular.
Innecesario resulta un despliegue militar de esa naturaleza para derrocar a Maduro. Seguramente el presidente venezolano sigue en el poder porque Estados Unidos no ha encontrado la manera de reemplazarlo, sin que estalle una guerra civil en ese país.
Estados Unidos atraviesa un momento crucial en su historia moderna. Por un lado, tiene trescientos mil infectados por el COVID-19. Nueva York, prácticamente la capital financiera del mundo, es el epicentro de esta epidemia. Súmese el fuerte golpe económico cuyos efectos han sido la desocupación de millones de empleados en Estados Unidos.
Ante este escenario, China podría aprovechar la situación para atacar de un modo u otro las estructuras, los pilares que han sostenido a Estados Unidos. No es necesario que Pekín despliegue sus tropas en la Costa de California, pero Estados Unidos, definitivamente, está expuesto a un ataque no convencional que le complique sus problemas. El presidente Trump ha dicho en reiteradas ocasiones que está en guerra contra “un enemigo invisible”. En muchas ocasiones, Trump ha usado el señalamiento “virus chino” para referirse a esta nueva enfermedad. De hecho, Donald Trump se ha comportado como un presidente en tiempos de guerra, como lo hacían los presidentes del siglo XX.
Estados Unidos también debería de temer que China aproveche la actual crisis sanitaria para expandir su zona de influencia global. Recuérdese que China es el primer productor de medicamentos y equipos médicos y, en tiempos como los actuales, son “oro molido”. El gobierno chino, además, cuenta con un fondo financiero bastante generoso que no le caería nada mal a gobiernos asfixiados por la parálisis financiera. De ahí, seguramente el despliegue de tropas norteamericanas en el Caribe. Esta movilización abarca desde México, Centroamérica, y a la propia Colombia.
Casualidad o no, en distintos medios se ha informado sobre la desaparición del presidente nicaragüense Daniel Ortega, que por cierto, nunca tuvo buen trato con Washington. Según los movimientos de las tropas norteamericanas, Nicaragua está comprendido dentro de la zona de influencia de Estados unidos y no de China.
Recuérdese que los gobiernos de Rusia y China, ya han enviado sus tropas para ayudar a una Italia literalmente abandonada por la Unión Europea y Estados Unidos. El Oso y el Dragón pueden aprovechar la actual coyuntura para ganar presencia y posición geopolítica en el corto plazo.
He aquí un factor importante: hay muchos países que necesitan ayuda en momentos en los que Estados Unidos, no puede, ni está dispuesto a otorgar financiamiento. Washington, además de abstenerse a ofrecer ayuda, está desviando los suministros médicos a su país. Los gobiernos de Alemania y Francia, ya han denunciado estas prácticas desleales que parecen emular a la “vieja piratería”. Situación, desde luego, que tendrá un costo muy elevado. La Vieja Europa (Alemania y Francia), históricos aliados de Washington, pueden optar por la ayuda de China. Alemania, es uno de esos países que ha ponderado un acuerdo con Pekín cuyos resultados pueden ser altamente benéficos.
La cifras de contagiados, nos deja ver un posible reordenamiento geopolítico muy parecido al que ocurre después de una guerra mundial. En ese sentido, Bill Gates pronosticó que en el futuro las guerras se pelearán con “armas biológicas”. Desde un punto de vista histórico, las armas biológicas han desempeñado una función muy importante para definir al ganador de una contienda.
México, como la neutral Suiza, se lleva bien con todos los países. La ciudad de México alberga prácticamente las embajadas de todo el mundo. Eso me consta. Es verdad, desgraciadamente, tenemos muchos infectados, pero la situación no se compara con la de Nueva York, Bérgamo y últimamente, con Ecuador. Nuestro país debe estar preparado para encarar al mundo frente a los cambios, reordenamientos y devenires de la arena internacional.
Finalmente, uno debe advertir que la guerra y el virus son dos hechos que convergen actualmente. Sin duda, estamos frente a un reordenamiento geopolítico. Las últimas noticias, nos informan que el mundo enfrenta hoy a dos de sus grandes enemigos: la guerra y los virus. Uno podría pensar que el mal manejo del virus podría provocar una guerra. Pero un virus, puede ser un arma para iniciar una guerra no declarada.
POR LIC. FRANCISCO JAVIER RODRÍGUEZ
PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE ASUNTOS INTERNACIONALES.
COPARMEX METROPOLITANO.
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